domingo, 4 de diciembre de 2011

[Kyumin] Solo bajo la lluvia {OneShot -angst-}


Solo bajo la lluvia. {KyuMin –One Shot- Angst}

Las pequeñas gotas de llovizna empapaban los vidrios de mis anteojos, sobre mí se abría paso un inmeso cielo oscuro, gris, casi tétrico que sin embargo era suave en su llanto, desde pequeño me gustaba mirar la lluvia caer, sin embargo ahora no sentía nada, estaba vacío, sólo existía un parque desierto, una banca, mi cuerpo  semi-conciente y… la lluvia amable y melancólica, ah y claro, un cigarrillo que se consumía lentamente en mi mano izquierda.
Estaba solo.
¿Por qué estaba solo?.
Él quizás se atrasaba en llegar, nos íbamos a encontrar en una cita para caminar por el parque, aunque él odiaba los días nublados. Pero no, no habíamos quedado de vernos aquella tarde.
Él seguramente estaba de viaje, en alguna entrevista, grabando, pero no estaba a mi lado. Suspiré.  Sabía que no era así, él no estaba de viaje.
Quizás, simplemente se aburrió de mí, se cansó, se fue, me abandonó, está en otro lugar dejándome olvidado. Negué levemente con la cabeza, pestañeando a penas.  Aunque soy una horrible persona, él es demasiado bueno para abandonarme de esa manera.
Es feliz con otro, jamás fue mío, jamás me amó como yo le amo, en ese momento él estaba con esa persona dándole el amor que jamás fue  para mí. No, aunque pareciera un sueño y un difuso recuerdo, sabía, sentía aún su piel, su respiración, escuchaba los latidos de su corazón en mis pensamiento. Él sí me amó, pero no estaba conmigo esa tarde. Él no estaba.
Cerré los ojos sumiéndome en oscuridad y al sentir caer lentamente gotas más gruesas de lluvia sobre mi piel, entregándome a los recuerdos que en algún momento me hacían inmensamente  feliz ahora eran dolorosos, me causaban daño, su sonrisa de bobo, su voz chillona, sus enojos, rabietas, sus besos, caricias, sus dulces palabras, ahora cada uno de esos preciados tesoros eran dagas atravesándome en una forma macabra, causándome dolor en cada poro de mi cuerpo.
Él no estaba.
Pasaron segundos, minutos, horas, ¿semanas, meses,  años, quizás?
Pero él volvería, ¿verdad? Todo volvería a ser como antes, las tardes en la cama, el cantar juntos, salir, hacer el amor, besarlo, amarlo… todo eso volvería, todo volvería a la normalidad, ¿verdad?.  Aún mirando las nubes una sonrisa leve acudió a mis labios, había olvidado lo que era sonreír.
Abrí los ojos lentamente, y  fijé mi vista en el cigarrillo, se había consumido causando una quemadura en mis dedos, mas no reaccioné ante el dolor, ni moví un solo músculo de mi cuerpo. Eso me atrajo a la realidad. Abrí los ojos desmesuradamente al momento que apretaba la mandíbula, todo lo vivido los últimos dos días vino a mí como un balde de agua fría, tal como las nubes me golpearon con una lluvia recia, furiosa.
 SungMin estaba muerto.
¿Cuántas veces le dije que la motocicleta era peligrosa? Que yo no confiaba en esos monstruos, le regalé un mercedes y aún así hasta ese momento estaba olvidado en nuestra cochera, ese pequeño estúpido, por ir en mi encuentro… No, no, él no tenía la culpa de nada, yo le pedí que fuera a recogerme, y aunque claramente le ordené que fuera en el auto, su voz resonó alegre y como la de un niño de cinco años tras el móvil.
- “¡Iré en la motocicleta, para que veas que son divertidas Kyunnie!” –luego de eso cortó, dejándome con la boca abierta para impedírselo, esa tarde el cielo estaba como ahora, suspiré y prendí un cigarrillo para esperarlo, él odiaba que fumara, decía que le haría mal a mi voz, la amaba, como yo amo  aún todo su ser.
Lancé un grito con toda mi alma, toda la mierda que tenía en la garganta estalló, lancé la colilla lejos,  al igual que mis anteojos, los cuales se quebraron en cientos de pedacitos al estrellarse contra el asfalto con fuerzas, grité, lloré, mis lágrimas eran disolvidas por la lluvia, golpeé el suelo hasta hacerme daño en los nudillos, sin embargo aquel ínfimo dolor no se comparaba con el que sentía por dentro, me quedé unos minutos en el cemento sollozando fuerte, el sonido de mi garganta disminuía, ahogándose por el golpe de la lluvia al morir a mi lado.
Miré hacia un lado con labios temblorosos de cólera, con la vista fija en el vehículo que estaba estacionado en un costado de la plaza, aquella motocicleta hija de puta no había sufrido ningún rasguño siquiera, ¿por qué entonces le causó tanto daño a mi novio cómo para llevárselo? Corrí hasta a ella y la miré con furia, de una u otra forma me monté sobre ella y la hice a andar por la calle, hasta llegar a la carretera dónde tomé una velocidad incalculable, corrí, corrí y corrí, sintiendo el ronroneo, no, el rugido de aquella bestia  bajo mis piernas, inundando mi cuerpo y haciendo que sintiese una adrenalina increíble, quizás eso hacía sentir vivo a mi Minnie, esta mierda le hacía sentir lo que yo jamás logré.
Mientras me aproximaba hacia la nada, las palabras de mi novio resonaron una vez más en mi mente, mientras más recordaba, más velocidad tomaba mi recorrido, mi furia interna sólo aumentaba, odié a aquella moto, odié al mundo, odié a las personas que me dieron el pésame, me odié a mí mismo, odié a SungMin.
No, jamás, jamás, podría odiar a SungMin. Aunque me hubiera dejado solo.
Sin darme cuenta volvía a estar llorando descontroladamente, yo quería estar con él, iba a estar con él, en la próxima curva no doblaría, seguiría de largo, sería una muerte rápida, aunque el dolor ya no importaba, sólo quería estar con él.
A medida que se acercaba mi propia muerte, de pronto mi mente se encontró en la sala de urgencias, mi mano tomando la de él, y mis ojos inundados de un llano incontrolable miraban los de él, su rostro magullado y ensangrentado, sin embargo ahí estaba él impasible con una sonrisa débil en el rostro, incluso hasta sonreír que era lo que a él más le gustaba hacer le debía causar un dolor indescriptible.
“- Kyunnie.. prométeme que dejarás de fumar, ¿si?. No quiero que nada malo te pase, sólo.. sólo vive, por mí, ¿si? Te amo.” –dio un pequeño apretón a mi mano  cerrando los ojos con una mueca de dolor, para volver a sonreírme-.
Él se despedía mientras yo con oídos sordos y palabras desesperadas le decía con que se callara, que todo estaría bien; me mentía a mí mismo y a él, aunque él sabía que no sería así, Min sabía que iba a morir y me suplicó que viviera…
Cuando volví en mí ya era tarde, no tenía tiempo de esquivar la curva, pero de pronto sentí como una fuerza desde mi interior me hacía saltar de la motocicleta momentos antes de que se estrellara, sentí el calor de mi novio a mí lado, aquella bestia se hizo añicos y yo rodé a su lado, golpeándome con fuerzas contra la carretera, quedé estirado a cerca de la motocicleta, respirando con complejidad, la lluvia aún caía limpiando la sangre que comenzaba a salir por borbotones, sólo que ahora más débilmente, suspiré con la vista en el cielo e imaginándome el rostro de sungmin, por inercia tomé mi móvil aún en buen estado y presioné el número dos.
Me quedé allí, esperando, esperando, sabía que él no volvería a mi encuentro, que no estaba de viaje, ni me había dejado, ni que ya no me amaba, aunque me fuera difícil sabría, vivir sin él, sólo sin él físicamente, ya que siempre viviría en mi corazón.
Y allí quedó bajo la lluvia mi cuerpo semi consciente, mi corazón luchando por latir en nombre de mi novio y mi móvil marcando un nombre, que sabía que pronto le vería a mi lado apoyándome que siempre lo había hecho… “Lee Donghae”. Por mientras no me sentía solo.
No estaba solo, SungMin estaba a mi lado, como siempre lo estuvo y lo estará.

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